La cafetera de Beethoven

Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo. Bertrand Russell

sábado, septiembre 03, 2011

"Apuntes del subsuelo" Fragmento IV


Creo que cometí un error al empezar a escribir mis “apuntes”. Por lo menos me he sentido avergonzado mientras he estado escribiendo este relato: así, pues, no se trata de literatura, sino de un castigo expiatorio. Contar, por ejemplo, en largos relatos cómo he malogrado mi vida pudriéndome moralmente en un rincón, por falta de medio ambiente, por la costumbre de apartarme de todo lo vivo y de permanecer lleno de vanidoso rencor en el subsuelo, no resulta nada interesante, ¡palabra de honor! En la novela hace falta un héroe, mientras que aquí se han reunido adrede todos los rasgos de un antihéroe, y lo principal es que todo esto produciría una impresión de lo más desagradable, ya que todos hemos perdido la costumbre de vivir, todos cojeamos, unos más, otros menos. Hemos perdido esa costumbre hasta tal punto que, a veces, sentimos cierta repulsión por la verdadera “vida viva”, y por eso no podemos sufrir siquiera que nos la recuerden. Hemos llegado incluso a considerar la verdadera “vida viva” casi como un trabajo, casi como un servicio, y en nuestro fuera interno todos estamos de acuerdo en que es mejor atenernos a los libros. ¿Y por qué nos afanamos a veces, por qué hacemos el tonto, qué pedimos? Ni nosotros mismos lo sabemos. Si se cumpliesen nuestros locos deseos, estaríamos peor. Veamos, si no: que nos den, por ejemplo, mayor independencia, que lo intenten, que desliguen a cualquier de nosotros de sus trabas, que amplíen el círculo de actividades, que aflojen la tutela, y nosotros… ¡se lo aseguro!, volveremos a pedir en el acto que nos sometan a tutela. Sé que, tal vez se enfadarán conmigo por eso, me insultarán, darán patadas en el suelo: “¡Hable, me dirán, de usted mismo y de sus miserias del subsuelo, pero no se atreva a decir: “Todos nosotros” Permítanme, señores, yo no me justifico con ese todos nosotros. Po lo que a mí se refiere, en mi vida no he hecho sino llevar hasta el extremo lo que ustedes no se atreven a llevar ni hasta la mitad, y aún consideran su cobardía como sensatez, y así se consuelan, engañándose a sí mismos. Así que yo, tal vez, esté “más vivo” que ustedes. ¡Pero dense cuenta! Ahora no sabemos siquiera dónde vive lo vivo ni cómo es, ni cómo se llama. Déjennos solos sin libros y al punto nos embrollaremos, nos perderemos sin saber qué hacer, ni a qué adherirnos, ni qué defender. ¿Qué íbamos a querer o a odiar, qué íbamos a respetar y a despreciar? Nos abruma incluso el ser hombres, hombres con auténtico, propio, cuerpo y sangre; nos avergonzamos de ello, lo consideramos como un oprobio y pretendemos ser unos hombres genéricos, como no existen ni han existido. Hemos nacido muertos y hace tiempo que nacemos de padres que ya no viven, lo cual nos agrava cada vez más y más. Le vamos tomando el gusto. Pronto inventaremos la manera de nacer de alguna idea. Pero basta, ya no quiero seguir escribiendo “desde el Subsuelo”.

F. M. Dostoyevski

miércoles, agosto 31, 2011

"Apuntes del subsuelo" Fragmento III


¿Por qué solía ocurrir que en los instantes, sí, precisamente en los instantes en que me sentía capaz de percibir toda la sutileza de “lo más bello y sublime”, como solíamos decir en tiempos, dejaba de percibirlo, como adrede, y cometía acciones tan bochornosas, acciones… bueno, en una palabra, que aunque hechas por todos, venían a ser cometidas por mí, como adrede, en los mismos momentos en que más cuenta me daba de que no debía hacerlas? Cuanta más conciencia tenía sobre el bien y todo “lo bello y sublime”, más hondo descendían en mi charca y más capaz era de hundirme en ella por completo.
Pero el rasgo principal era que todo esto no me ocurría, al parecer, por casualidad, sino como si así debiera ser. Como si ese fuera mi estado normal, y no una enfermedad ni un vicio, de modo que acabé perdiendo todo deseo de combatir ese vicio. El asunto finalizó quedándome casi convencido (tal vez convencido del todo) de que se trataba de mi estado normal. Al principio, sin embargo, ¡cuánto sufrí en esa lucha! No creía que a los demás les ocurriera lo mismo, y por ello lo guardé en secreto durante toda la vida. Me avergonzaba (tal vez siga avergonzándome incluso ahora). Llegaba hasta el punto de experimentar un placer oculto, anormal, ruin, cuando de regreso a mi rincón, en alguna detestable noche petersburguesa, tenía clara conciencia de haber vuelto a cometer una villanía y de que lo hecho ya no tenía remedio. Me mortificaba interiormente, por dentro me roía, me roía a dentelladas, me torturaba y me retorcía hasta el punto de que la amargura tornábase, al fin, en vergonzoso y maldito dulzor y, en último término, en franco y hondo placer. ¡Sí, en placer, en placer! Insisto en ello. Hablo de ello porque quisiera saber si a los demás les ocurre lo mismo, si tienen esa clase de placer. Se lo explicaré: el placer me lo producía, precisamente, la clara conciencia de mi propia bajeza, el sentir que había llegado ya a lo último, que eso era abominable, pero que no podía ser de otro modo.

F. M. Dostoyevski

lunes, agosto 29, 2011

"Apuntes del subsuelo" Fragmento II


Esa observación me hizo daño. Esperaba otra cosa.
No comprendí que ella se cubría adrede con esa burla, que tal es el habitual y último recurso de los que son tímidos y castos de corazón cuando alguien intenta penetrar brutalmente y con insistencia en su alma, el recurso de aquellos que hasta el último momento no se rinden por orgullo, temerosos de manifestar sus sentimientos. La timidez que demostró al intentar su burla debía haber sido suficiente para que lo adivinase. Pero no adiviné nada y un sentimiento malvado se apoderó de mí.
“Ahora verás”, pensé yo.

F. M. Dostoyevski 

sábado, agosto 27, 2011

"Apuntes del subsuelo" Fragmento I


¡Y qué dulce es hacer las paces después de la riña! ¡Pedir perdón o perdonar! ¡Y qué bien se encuentran ambos, qué felicidad experimentan de pronto, como si acabaran de conocerse, como si acabaran de casarse, como si su amor empezara de nuevo! Y nadie, nadie debe saber lo que pasa entre marido y mujer, si es que se quieren. Si surge entre ellos alguna riña, no deben tomar por juez ni siquiera a su madre, ni contar nada el uno del otro. Ellos mismos son sus jueces. El amor es un misterio divino que ha de ocultarse a ojos ajenos, ocurra lo que ocurra. Así se santifica, se hace mejor. El uno respeta al otro y en el respeto se fundan muchas cosas. Y si hubo amor entre ambos, si por amor se casaron, ¿por qué va a terminar el amor? ¿Es que no hay modo de mantenerlo? Raro es que no pueda mantener. Y, además, si el marido es honrado y bueno, ¿por habría de acabar el amor? Es cierto que el primer amor de casados pasará, pero le sucederá otro, todavía mejor. Se fundirán sus almas, todos sus intereses serán comunes, no tendrán secretos el uno para el otro.

F. M. Dostoyevski 

sábado, abril 02, 2011

Einstein y la religión

"Cuanto más imbuido esté un hombre en la ordenada regularidad de los eventos, más firme será su convicción de que no hay lugar —del lado de esta ordenada regularidad— para una causa de naturaleza distinta. Para ese hombre, ni las reglas humanas ni las "reglas divinas" existirán como causas independientes de los eventos naturales. De seguro, la ciencia nunca podrá refutar la doctrina de un Dios que interfiere en eventos naturales, porque esa doctrina puede siempre refugiarse en que el conocimiento científico no puede posar el pie en ese tema. Pero estoy convencido de que tal comportamiento de parte de las personas religiosas no solamente es inadecuado sino también fatal. Una doctrina que se mantiene no en la luz clara sino en la oscuridad, que ya ha causado un daño incalculable al progreso humano, necesariamente perderá su efecto en la humanidad. En su lucha por el bien ético, las personas religiosas deberían renunciar a la doctrina de la existencia de Dios, esto es, renunciar a la fuente del miedo y la esperanza, que en el pasado puso un gran poder en manos de los sacerdotes. En su labor, deben apoyarse en aquellas fuerzas que son capaces de cultivar el bien, la verdad y la belleza en la misma humanidad. Esto es de seguro, una tarea más difícil pero incomparablemente más meritoria y admirable".

A. Einstein

miércoles, febrero 16, 2011

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lunes, febrero 14, 2011

Magnífico discruso de Álex de la Iglesia en los Goya 2011



Qué ejemplo de honestidad y de coherencia. Un hombre inteligente que actúa de acuerdo con sus ideas.

domingo, febrero 06, 2011

Fragmento de "El crimen del Padre Amaro"

"El crimen del Padre Amaro" describe, desde mi punto de vista, magistralmente las costumbres y la organización social de Portugal a finales del XIX.
Su publicación desató un escándolo en el Portugal de la época, ya que hace una crítica muy dura a la hipocresía de la sociedad y a los abusos del clero (al que en muchos fragmentos ridiculiza) ante la ignorancia de la población provinciana.
A mí me ha resultado una lectura muy enriquecedora. La recomiendo, en especial, como una gran descripción social.

Cito un fragmento en el que se hace explícita la crítica, en boca de un buen abad que reflexiona acerca de "las maneras de hacer" abusivas e interesadas de párrocos y cánonigos de su zona.


"El buen Ferrao, que había vivido tantos años en aquella parroquia de quinientas almas, todas las cuales, de madres a hijas, se acomodaban al molde de la devoción sencilla a Nuestro Señor, Nuestra Señora y San Vicente, patrono de la parroquia, con poca experiencia de la confesión, se encontraba de repente ante un alma complicada de devota de ciudad, de un beaterío bobo y atormentado; y al escuchar aquella lista extraordinaria de pecados mortales, murumuraba asombrado:

- Es extraño, es extraño...

Desde el principio se había dado cuenta de que estaba ante una de esas degeneraciones mórbidas del sentimiento religioso que la teología llama enfermedad de los escrúpulos y que afecta hoy a la generalidad de las almas católicas; pero después, ante ciertas revelaciones de la anciana, temió estar realmente en presencia de una maníaca peligrosa; e instintivamente, con el peculiar horror que los sacerdotes sienten hacia los locos, retrocedió en su silla.
(...)

El abad Ferrao permaneció callado por un momento; se sentía triste pensando que por todo el reino tantos centenares de sacerdotes guiaban así al rebaño, por propia voluntad, en aquellas tinieblas del alma, manteniendo el mundo de los fieles en un terror abyecto del cielo, representándoles a Dios y a sus santos como una corte que no es mejor ni menos corrompida que la de Calígula y sus libertos".

Eça de Queiroz (1875)
"El crimen del Padre Amaro"

sábado, enero 22, 2011

Citas que me inspiran: Francis Bacon

"Ya que todo carece de sentido estamos obligados a ser extraordinarios"

sábado, enero 08, 2011

Cita de "El club de los poetas muertos"

"No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo y el amor son cosas que nos mantienen vivos".

martes, diciembre 28, 2010

Elegía a Ramón Sijé

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería).

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

10 de enero de 1936

Miguel Hernández


Este post se lo dedico a mi hermana Blanca. Para que le anime a elegir con firmeza el camino que le haga feliz y a tener confianza en sus decisiones, y paciencia para con lo que tendrá que oír.
Sé lo que es eso.

sábado, diciembre 25, 2010

From Salamanca

Feliz Navidad y próspero año nuevo

Bon Nadal i feliç any nou

Bo Nadal e feliz aninovo

Zorionak eta urte berri on

Merry Christmas and happy new year

Joyeux Noël et bonne année

Buon Natale e Felice Anno Nuovo

martes, diciembre 21, 2010

Cuento breve de Augusto Monterroso

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

lunes, diciembre 06, 2010

En blanco y negro

Las cuatro manos de Emilio y Diana bailan sobre el teclado del piano cada lunes, desde el inicio del otoño, como si no existiera nada más.
Desde entonces viven en un mar de ilusión, fabricado a sonidos, que los mece llevándolos hacia dentro con dulzura. Mientras, ellos luchan, inundados de contradicción, contra esta marea que los embriaga de placer y culpabilidad, por sus respectivas parejas.
Las pasiones más exaltadas guían a las cuatro manos que, en perfecta sincronía, hacen fluir por sus cuerpos el mismo torrente de intensas sensaciones… Unidos por los ritmos, las bellas melodías, esas ondas vibrantes que comparten el espacio con sus alientos… Mucho más que sonidos, y más allá de las palabras. El tiempo parece detenerse.
De vez en cuando las manos se encuentran en el teclado, y Emilio y Diana disfrutan del calor del contacto como si de tiernas caricias se tratara; con la inocencia de los niños sin compromiso que ya no son. Se ven sin mirarse. Se sonríen.
El piano los conduce, cada lunes, a ese par de horas mágicas y de amor –a la música-. Después, regresan con sus respectivas vidas. Y todo sigue… hasta el próximo lunes.

jueves, diciembre 02, 2010

Me gusta Magritte





martes, noviembre 23, 2010

Santa Cecilia (con 1 día de retraso)

Con un día de retraso y con la maravillosa "Santa Cecilia" de S. Maderno, ¡Felicidades a todos los músicos!

sábado, noviembre 20, 2010

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

J. Cortázar ("Rayuela")

miércoles, noviembre 17, 2010

¿Qué os sugiere el capítulo 68 de Rayuela? ;)

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incompelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.


Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias”
 
Julio Cortázar ("Rayuela")

miércoles, noviembre 10, 2010

La pena de muerte

FRAGMENTO DE "EL IDIOTA"

-Por lo menos, bueno es saber que cuando la cabeza rueda no sufren mucho.

-Acaba usted de hacer la observación que hace casi todo el mundo y que es cierta. Precisamente la guillotina se ha inventado para evitar sufrimiento. Pero yo pienso siempre: ¿y no será peor así? Quizá a usted se le antoje mi idea ridícula y absurda, pero cuando se tiene un poco de imaginación ¡se le ocurren a uno tantas cosas! Reflexione usted. Si se trata, por ejemplo, de un hombre al cual se somete a la tortura, existe el sufrimiento, las heridas, la agonía corporal que distrae del dolor espiritual, y así, hasta el momento mismo de la muerte, sólo sufre de las heridas. Porque el mayor y peor padecer quizá no es el que infligen las heridas, sino la certeza de que dentro de una hora, de diez minutos, de medio minuto, ahora mismo, el alma se te escapará del cuerpo y dejaras de ser un hombre, y saber que esto ocurrirá fija, irremisiblemente. En la guillotina, lo terrible se concentra en un solo instante, mientras tienes la cabeza expuesta a la cuchilla y oyes como ésta se desliza hacia tu cuello. No vaya a creer que todo es idea mía solamente, sino que así lo piensa mucha gente. Estoy tan seguro de ello, que voy a exponerle francamente mi opinión. Cuando se mata a un hombre legalmente, se comete un crimen mucho mayor que el que cometió el mismo reo. El viajero a quien apuñalan unos forajidos en el bosque tiene esperanzas de salvarse hasta el ultimo momento. Se han dado casos de hombres con la garganta seccionada que no perdían la esperanza de huir, o que pedían que se les perdonase la vida. Y esa ultima esperanza que hace diez veces más fácil morir, desaparece a causa de esa sentencia irremisible: saber que debes morir. La mayor agonía estriba entonces en el hecho de que sabes que vas a morir, y ninguna tortura peor que esa. Durante una batalla puede llevarse al soldado hasta la boca misma de los cañones. No perderá la esperanza hasta el momento mismo en que disparen contra el. Pero léale a ese mismo soldado su sentencia de muerte y romperá a llorar o se volverá loco. ¿Cómo es posible suponer que un hombre sea capaz de soportar una cosa así sin volverse loco? ¿Por qué esa mofa cruel, abyecta, innecesaria? Quizá exista un hombre al que después de haberlo sentenciado a muerte le hayan otorgado el perdón. Sólo ese hombre podría contarnos su agonía. De ese tormento y de ese horror nos habló Cristo. ¡No, al hombre no puede tratársele así!

Fedor Dostoevski

jueves, octubre 21, 2010

Hace un mes que nos separamos y aún no lo he asumido. Han sido tres meses tan maravillosos los que hemos pasado juntos, con familia y con amigos. Tres meses llenos de viajes, de fiestas, de momentos relajados, de baños, de abrazos, de risas, de palabras especiales, de besos, de sol, de calor. Días de ocio y de trabajo, pero siempre cargados de sensaciones positivas. Siempre juntos.

Ahora, cuando mucho de lo que tuvimos me falta, es cuando más te echo de menos. Y es que te he querido tanto siempre...

Te necesito otra vez conmigo, oh verano!

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