En blanco y negro
Las cuatro manos de Emilio y Diana bailan sobre el teclado del piano cada lunes, desde el inicio del otoño, como si no existiera nada más.
Desde entonces viven en un mar de ilusión, fabricado a sonidos, que los mece llevándolos hacia dentro con dulzura. Mientras, ellos luchan, inundados de contradicción, contra esta marea que los embriaga de placer y culpabilidad, por sus respectivas parejas.
Las pasiones más exaltadas guían a las cuatro manos que, en perfecta sincronía, hacen fluir por sus cuerpos el mismo torrente de intensas sensaciones… Unidos por los ritmos, las bellas melodías, esas ondas vibrantes que comparten el espacio con sus alientos… Mucho más que sonidos, y más allá de las palabras. El tiempo parece detenerse.
De vez en cuando las manos se encuentran en el teclado, y Emilio y Diana disfrutan del calor del contacto como si de tiernas caricias se tratara; con la inocencia de los niños sin compromiso que ya no son. Se ven sin mirarse. Se sonríen.
El piano los conduce, cada lunes, a ese par de horas mágicas y de amor –a la música-. Después, regresan con sus respectivas vidas. Y todo sigue… hasta el próximo lunes.
2 Comments:
Mola =).
(Soy Nacho.
Lo sé. También leo tu blog de cuando en cuando :)
Me alegro de que te guste. Ahora se me ha ocurrido otro microrelato más en la línea del concurso (es decir, en plan, "a ver si eres capaz de hacerlo con menos de 10 palabras").
Podrías pasarme el tuyo, no?
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