Los cuernos de Moisés
- ¿Ve a Moisés?
Langdom echó un vistazo a la celebrada estatua de Moisés que había en la biblioteca.
- Sí.
- Tiene cuernos.
- Ya lo veo.
- ¿Y sabe por qué tiene cuernos?
Al igual que la mayoría de los profesores, a Langdom no le gustaba que le sermonearan. El Moisés de la biblioteca tenía cuernos por la misma razón que miles de reproducciones cristianas de Moisés los tenían: un error en la traducción del libro del Éxodo. El texto hebreo original decía que Moisés tenía "karan ohr panav" ("un rostro del que emanaban rayos de luz"), pero cuando la Iglesia católica romana redactó la traducción al latín oficial de la Biblia, el traductor metió la pata en la descripción de Moisés al traducirla como "cornuta esset facies sua", lo que significa que "su rostro era cornudo". A partir de entonces, artistas y escultores, temiendo represalias si no se ajustaban a los Evangelios, empezaron a representar a Moisés con cuernos.
- Fue un simple error -respondió Langdom-. Un error de traducción que cometió san Jerónimo alrededor del año 400.
Bellamy parecía impresionado.
- Exacto. Un error de traducción. Y su consecuencia ha sido que...
Moisés ha quedado deformado para el resto de la historia.
"Deformado" era un modo amable de decirlo. De pequeño, Langdom sintió pánico al ver el diabólico "Moisés cornudo" de Miguel Ángel. La obra principal de la basílica de San Pedro Encadenado, en Roma.
- Menciono al Moisés cornudo -dijo Bellamy-, para ilustrar cómo la mala interpretación de una única palabra puede alterar la historia.
El símbolo perdido
DAN BROWN