La cafetera de Beethoven

Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo. Bertrand Russell

martes, junio 29, 2010

¿Por dónde empezar?, se repetía Joséphine observando la intensidad de la luz de ese mes de enero descender suavemente hasta la cocina, alumbrar con un pálido resplandor el borde de la pila y morir en el desagüe. ¿Existe un libro que ofrezca recetas para escribir? Medio kilo de amor, trescientos gramos de aventuras, seiscientos gramos de referencias históricas, un kilo de sudor...déjese cocer a fuego lento, en horno caliente, saltear, remover para que no se pegue, evítense los grumos, déjese reposar, tres meses, seis meses, un año. Stendhal, por lo que se dice, escribió La cartuja de Parma en tres semanas, Simenon finiquitaba sus novelas en diez días. ¿Pero cuánto tiempo antes habían pasado engendrándolas y nutriéndolas al levantarse, al ponerse los pantalones, bebiendo un café, recogiendo el correo, mirando la luz de la mañana posarse sobre la mesa del desayuno, contando las motas de polvo en un rayo de sol? Dejar el tiempo en infusión. Encontrar su propio modo de empleo. Beber café como Balzac. Escribir de pie como Hemingway. Aislada como Colette cuando Willy la encerraba. Investigar como Zola. Tomar opio, tintorro, hachís. Chillar como Flaubert. Correr, divagar, dormir. O no dormir, como Proust. ¿Y yo? Léautaud decía "escribir como si escribieseis una carta, no releáis, no me gusta la gran literatura, sólo me gusta la conversación escrita"
¿A quién podría enviarle una carta?

Los ojos amarillos de los cocodrilos.
Katherine Pancol

lunes, junio 07, 2010

La jirafa que de pronto comprendió que todo es relativo

Esta historia, de Augusto Monterroso, trata de una jirafa despistada que se salió de la selva y, perdida, llegó a un desfiladero donde se libraba una batalla. Un cañón disparó una bala que pasó rozando la cabeza de la jirafa, que pensó:

"Qué bueno que no soy tan alta, pues si mi cuello midiera treinta centímetros más, esa bala me habría volado la cabeza; o bien, qué bueno que esta parte del desfiladero en que está el Cañón no es tan baja, pues si midiera treinta centímetros menos, la bala también me habría volado la cabeza. Ahora comprendo que todo es relativo"

 *Jirafa: Objeto de los ejemplos de Lamarck, Darwin y otros autores evolucionistas.


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