Noche mágica en las calles
No sé si fue el que nadie lo entiendiera o el que fuera nuestra y nos entendiéramos nosotros lo que la hizo tan especial.
A fin de cuentas una noche más, fría pero cálida. Diferente, especial.
Con luces ámbar, frente al azul-blanco "epiléptico-parpadeante" habitual.
Mucha gente alrededor, en el flanco de las palabras, dotadas de la magia de los amaneceres sin dormir, casi carentes de realismo en muchos casos.
Luces y sombras, música en el silencio.
La mente en las nubes propia de la vigilia, la nubosa in?distinción entre tu sueño, soñar despierta y llevar horas sin soñar...¿imaginación?¿realidad?
¡Qué más da! La gente de etiqueta a tu alrededor te provocaría inseguridad, pero vas de la mano de la seguridad más sólida, de la idealización... No puede estar mal si se traduce en este cambio de luces, estética, sonidos, palabras, volumen.
Qué orgullo: Eres tú... Sin esfuerzos ni desagrados. Te muestras tal cual eres, disfrutas más que nunca y has triunfado: al fin y al cabo todos necesitamos que alguien crea en nosotros.
Un triunfo más a tu manera imposible.
Sentados en el tejado nos descubrió el amanecer, y nos dimos cuenta de que la película terminó... y éramos casi unos desconocidos que se conocían de toda la vida. Nosotros, los raros, los incomprendidos.
¡Preciosa incomprensión!
Cuando despiertas sientes como si todo hubiera sido un sueño. Te cuesta discernir la intensidad y el realismo. Sólo sabes que algo mágico sucedió.