No me gustan las personas que se ahogan en un vaso de agua.
Ni las que se vienen abajo ante las adversidades o los miedos, sin mover ni tan siquiera un dedo por intentarlo, por luchar por sus sueños e ilusiones.
No me gusta la gente que se rinde antes de probar, la que jamás se mentaliza para conseguirlo, la que antes de comenzar cualquier lucha o competición ya ha perdido; por su falta de confianza, porque en su cabeza sólo existe la derrota.
Y desde luego no soporto la gente que cree que todos los males del mundo caen sobre él, al igual que todas las miradas y comentarios; los que piensan que lo suyo siempre es peor que lo de los demás y se lamentan continuamente por ello...puaggg!!
Me gusta la gente valiente, decidida, que no se rinde con facilidad. Me gusta la gente que tras elegir un camino se adentra con confianza y seguridad, con la mente abierta y las ideas claras, para hacer lo posible por que salga bien. Sin retroceder ante la primera adversidad.
Me gusta que la gente sea eficiente, que aproveche el tiempo (allá cada uno con lo que considere aprovechar...), que es lo más valioso...
Me gustan los que no se lamentan en vano, ni por chorradas... Las energías de los lloriqueos se pueden conducir en salir adelante (con o sin ayuda).
A mí me gustan las personas que confían en sí mismas. No creo en los engreídos; sí en el poder de la justa y razonable autoestima. ((*Nota: Para mí gusto: el virtuosismo, en cualquier faceta o aspecto de la vida, no justifica un creído. Hablo de autoestima y confianza: no de estupidez, jeje ;D))