La cafetera de Beethoven

Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo. Bertrand Russell

domingo, octubre 01, 2006

Una historia pasada basada en un hecho real

Aquellos diez días fueron geniales, sin duda, pero los dos meses de sufrir que les siguieron fueron duros, nunca lo había pasado tan mal por nadie. De todo esto ya hace un año, pero todavía no puedo evitar preguntarme ¿qué hubiera sido de nosotros si no hubieramos tenido que separarnos?. La distancia hace el olvido, y si no que me lo digan a mí. Sin embargo hay quien se atreve a luchar contra ella, y hasta hay quiénes la vencen...De todos modos no fue nuestro caso. Cortamos de raíz, y hasta puede que fuera lo mejor. Quién sabe si hoy no seguiría sufriendo la distancia. Fueron dos meses terribles, estaba loca por él, pero después de tanta inexistencia supongo que es imposible seguir queriendo a nadie. Empezó a ser como si el uno para el otro hubiéramos muerto. Triste, pero es así. Estuvimos de acuerdo en que con una semana al año no podíamos conformarnos. Si, nos rendimos...Cierto, pero yo no estoy segura de que fuera un error. Como digo la tristeza fue intensa, pero breve.
Por mucho tiempo que pase sin embargo no podré olvidar lo maravillosos que fueron aquellos diez días: cine, montañas, enormes y apasionantes conversaciones, paseos por la noche, y veladas a la luz de la pantalla del ordenador. Debimos darnos más prisa. Aprovechar aún más el tiempo. Es lo que se piensa siempre que algo bueno acaba. Pero ahora sé que no es así: si fuimos felices así, porqué desear el que hubiera sido diferente. Definitivamente fueron diez grandes días. Recuerdo las miradas, las sonrisas, las caricias, y todos los besos. Los dos estábamos muertos, pero ni el tiempo ni la distancia borraran los recuerdos tan bonitos de aquellos días. Me acuerdo también de los silencios que compartimos, de las canciones, de nuestras canciones, de tus historias sobre el "Final", de tus ojos, de todas babosadas y cursilerias que nos dijimos (y de las que ahora nos avergonzaríamos)... Me acuerdo de todo, pero sobre todo de lo enamorada que estaba. Igual que tú. Y me encanta verlo y saborearlo desde fuera ahora que hace aproximadamente un año y dos meses de nuestro último día, y un año que te olvidé. Si no la conoces puede ser una historia triste, y quizá en realidad si que lo sea. Pero ahora sé que por mucho que me doliera hicimos lo correcto. Y no dejo de tener presente todas las lágrimas, las cartas que nunca leerías, y las páginas blancas que llené. Ahora no lo guardo como un recuerdo triste: fue muy especial para mí todo aquello, y sin duda valió la pena. Aún sin haber tenido nuestra despedida...Había demasiada gente: el tacto de tu mano, el último beso, y la mirada vidriosa del último momento.

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